CINEMA PARADISO

Por JAVIER SACO

CINEMA PARADISO es una de las películas que más fácil me resulta revisar, y sin duda alguna, la película que en general me resulta más fácil de recomendar a todo el mundo, también a mis alumnos, con los que procuro encontrar un hueco para verla y comentarla.

Y es que en CINEMA PARADISO todo es bueno. Es una historia entrañable, emotiva y cercana (ese pueblo italiano podría ser cualquier pueblo español de la posguerra), con interpretaciones magníficas y una banda sonora inolvidable firmada por el genial Ennio Morricone.

Obviamente, me estoy refiriendo a la versión de 1988, la estrenada en los cines por aquel entonces de 2 horas de duración aproximadamente, y no la versión extendida y revisada posteriormente por el director que, ya sea por razones de márketing o puramente personales, en mi modesta opinión destroza buena parte del encanto de la versión original. Creo que tener en cuenta esto es de suma importancia, especialmente si no la has visto aún.

"Hoy, el cine es tan sólo un sueño"

La película arranca (insisto, en la versión buena, la tradicional) con una ventana que se abre ante nosotros como lo hace una pantalla de una sala de cine. 

Sin duda alguna, esta película es un claro homenaje a la esencia del cine que, también en su versión buena, es la que corresponde a las películas proyectadas en las salas de toda la vida y, cuanto más grandes, mejor. Aún recuerdo el placer de ver películas en el Teatro Lemos de Monforte o el cine Fraga de Vigo, aquello era otro nivel.....

El cine se muestra en la película como el acceso a un mundo diferente y alternativo, en el que por unos momentos las preocupaciones y los problemas de los habitantes de Giancaldo desaparecen, y en el que Alfredo y Totó van poco a poco consolidando una de las relaciones más entrañables que yo haya visto en el cine, porque Alfredo es el padre que Totó nunca tuvo (su padre ha muerto en la guerra) y Totó es el hijo que Alfredo nunca tuvo, pero al que trata como tal, por lo que esta relación de amistad terminará trascendiendo en algo mucho más profundo y sincero.


(Y ojo porque, a partir de aquí, se avecinan un aluvión de SPOILERS)

Pero para mí, por encima de todo, 'Cinema Paradiso' es una película que habla de AMOR.

El amor al cine

El amor a un padre

El amor a un hijo

El amor verdadero

El amor no correspondido

El amor efímero

El amor... y el desamor


Amar la cabina del Paradiso representa el deseo de viajar a un lugar donde la felicidad se manifiesta para todos por igual, independientemente de la clase social a la que uno pertenezca, e incluso a pesar de la censura reinante por aquel entonces, incapaz de contener el impulso pasional que mueve el amor. 

"La vida no es como la has visto en el cine, la vida es más difícil"

Esta película nos invita también a reflexionar también sobre la búsqueda de la felicidad, y del camino a seguir para alcanzarla. 

En la que para mí es la escena más emotiva de la película, Alfredo obliga a Totó a abandonar el pueblo para cumplir sus sueños y alcanzar el éxito. 

"Hagas lo que hagas, ÁMALO, como amabas la cabina del Cine Paraíso".

Y Totó lo hizo, y llega a ser una persona importante en el mundo del cine. Sin embargo, no parece feliz. ¿Acaso el éxito no da la felicidad? ¿No es el éxito, la culminación de nuestra metas, la clave para conseguir ser feliz? 

Realmente me pregunto si Totó ha tenido éxito en su vida. Alguien que ha conseguido fama y riqueza haciendo lo que realmente le apasiona, que es un orgullo para sus antiguos vecinos del pueblo que le vio nacer y del que se fue en busca de mayores aspiraciones. Totó, que vivió una infancia feliz gracias a Alfredo, pero que nunca pudo reparar la parte de su corazón que quedó amputada tras la marcha de Elena. Me pregunto por tanto si Totó ha tenido realmente éxito en la vida...

Y también me pregunto si Alfredo ha tenido éxito en la vida. Alguien que nunca ha tenido suerte en los estudios, que ha pasado su vida encerrado en la cabina de un cine, que vive solo... pero que ha dejado un legado humilde e imborrable para todos los habitantes de un pequeño pueblo siciliano. El gran Alfredo: noble, bueno, sabio, generoso, entrañable.... ¿de verdad no ha tenido éxito? 

Y es que tal vez la concepción que tenemos del éxito y de las metas que debemos alcanzar para lograrlo, no es la adecuada. Personalmente, me quedo con la visión sobre este particular de un filósofo americano llamado Ralph Waldo Emerson:

"Llega un momento en el que hablar y estar callado es la misma cosa"

Espero que si has llegado hasta aquí es porque has visto ya la película, o porque has decidido no verla. De lo contrario, no cometas el grave error de seguir indagando sobre ella.

En cambio, si ya la has visto, te invito a recordar algunas de las maravillosas escenas de esta película acompañadas de la espléndida música de Morricone, una delicia para los sentidos.

Eso sí, la escena final aquí no se desvela, debe descubrirse en su totalidad y por sorpresa, como parece ser que hizo el propio Jacques Perrin cuando se rodó. 

Una película así sólo podía tener escena final SUBLIME.

Porque el final de esta película lo explica todo. 

Y te remueve por dentro, y no puedes evitar emocionarte.... y sonreir.

Es sin duda un final feliz. 

Porque, aunque la vida a veces te golpea, debemos disfrutarla lo mejor posible mientras das lo mejor de ti. 

Como Alfredo y Totó. Y también como tú, si te lo propones. Está en tu mano. 

Eso sí, recuerda siempre el sabio consejo de Alfredo, justo antes de despedirse para siempre de Totó: 

"Hagas lo que hagas, ámalo"

"Hagas lo que hagas, ÁMALO"